Es evidente que la modernidad se ha instalado en España en las últimas décadas. Sin embargo, a pesar de haberse dado un progreso innegable, subyacen sin resolverse problemas históricos que afectan a las estructuras democráticas más básicas de nuestro país: la cuestión territorial, la forma del Estado, la relación del mismo con la Iglesia Católica, las desigualdades sociales, los privilegios de las castas dominantes, la corrupción…
La expresión la España inmóvil alude a estas cuestiones.
Con El Quijote de Castañeda se intenta, en clave de humor, poner en boca de Alonso y Sancho el análisis crítico de esta realidad, que de algún modo se sufría en el siglo XVII y que, como se ha comentado, no resulta demasiado ajena a nuestro tiempo. El lenguaje grandilocuente, que tiene la pretenciosa intención de emular el incomparable estilo de la obra cervantina, puede conferir a los diálogos el atractivo de lo anacrónico y, a la vez, transmitir ideas sencillas, claras y precisas.
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