El autor forja un retrato conciso y desenfadado, algo fisgón, en el confluyen investigaciones y averiguaciones de la Córdoba más insólita.
Córdoba encierra un mundo propio y lo descubrimos recorriendo sus calles y plazas, conociendo su historia, la devoción popular, admirando el carácter monumental, los personajes ilustres, el senequismo, disfrutando de las fiestas, descansando en sus rincones, bajo el rumor del agua de las fuentes, degustando sus vinos y gastronomía en las animadas tabernas… En realidad, deberíamos decir que esa es la parte más visible, convendría saber que Córdoba, ciertamente, encierra un mundo propio de milagros, devociones, secretillos, prodigios, cuentos, leyendas, tópicos, contradicciones y otras curiosidades de esta ciudad bimilenaria, sublime y algo cateta.
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